El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, cedió a los pedidos y amenazas del sector hospitalidad, cuyos miembros vienen peleando por sobrevivir desde que se impusieron las restricciones a mediados de marzo.
La concesión llega con fuertes restricciones que sugieren que comer afuera en la ciudad de Nueva York, por ahora, seguirá siendo una experiencia muy diferente de la que era.
Los restaurantes podrán operar a no más de 25% de su capacidad, con 1,82m de distancia entre mesa y mesa, no tendrán servicio de bar y deberán cerrar a medianoche. A los comensales se les tomará la fiebre en la entrada y por lo menos un miembro de cada grupo deberá presentar información de contacto para el rastreo posterior.
El estado, además, enviará inspectores adicionales para controlar que se cumplan estas disposiciones y creará una línea de contacto para que ciudadanos informen sobre los restaurantes que las violen.
